Probar un vino de Codpa o Pintatani, ya sea dulce, seco o semi seco, es abrir los sentidos y el espíritu a un saber secreto, conservado como tesoro escondido en un valle oasis del Gran Desierto del Pacífico, a 2000 msnm, junto las rutas milenarias de la cultura andina, que conectaban el altiplano con la costa del Pacífico, intercambiando producciones y cultura entre comunidades ancestrales.
La Escuela del Vino, reunida bajo el Molle de la Ladera, va recuperando y compartiendo este saber ancestral del valle para promover el buen manejo de las chacras, las vides, las bodegas y el proceso integral de elaboración del legendario vino de Codpa o Pintatani.
Hablar del Vino de Codpa es hablar de un sistema patrimonial sur andino americano, un tesoro cultural excepcional, hoy en vías de desaparición. Los viñateros de Codpa sostienen en su hacer y en su memoria una herencia que conecta en el desierto andino tradiciones de Oriente, Europa y América prehispánica.
El origen del Vino de Codpa se remonta al s. XVI, cuando las cepas de Listan Negro, llamada Misiones en Norteamérica, Negra Criolla en Perú y País en Chile, se adaptan en los valles más australes del Virreinato peruano, en las cuencas de Azapa y Codpa. Junto con la necesidad de vino de los misioneros católicos, que traen las cepas desde las islas Canarias, está la demanda de vino, alcohol y vinagre de la pujante urbe de Potosí, que explotaba el legendario mineral de plata y tenía en Arica su puerto principal desde fines del s. XVI hasta entrado el s. XVIII. La alta demanda de vino y sus derivados era un negocio seguro para los productores del valle, que fueron produciendo vino del año según la costumbre vitivinícola venida de la península ibérica. A la caída de la demanda de Potosí, se fue instalando la demanda de las propias comunidades andinas que tenían en el vino de Codpa uno de los ingredientes principales de sus fiestas religiosas y costumbres; y de los nuevos centros mineros como Huantajaya o, en tiempos más recientes, de las oficinas salitreras de Tarapacá.
En chacra, las vides se conducen en sistema copa o libremente, formando semi parrones. Se riegan con aguas del río Vitor, nacido en el altiplano en el sector de Humirpa, en sistema tendido. Cada chacra y bodega tiene su espíritu o su relato ancestral, con sus tiempos para poda, azufrado, cosecha, soleado, pisado y fermentado. Un saber conservado con celo por las familias viñateras.
Se trata de vinos elaborados en lagar de piedra, en los que se prensa la uva con escobajo en la costumbre del Pisa Pisa, que reúne a las familias del valle y concentra sus tradiciones y ritos. El Lagar de piedras, conduce el caldo por el puntay a las vasijas de greda en que se lleva a cabo la fermentación durante 10 a 15 días. El vino fermentado se guarda en vasijas de greda, barricas de madera o chuicas de vidrio; tras uno o dos trasvasijes o traspales, se embotella y de distribuye en el mismo año de producción.
Los vinos de Codpa aplican hasta hoy un sistema vinícola patrimonial, en vías de extinción, que se genera en el encuentro de la tradición española, originada hace miles de años en el Meditarráneo, y la ancestral cultura agrícola sur andina. Este sistema, consolidado en los valles de Majes, Vitor y Moquegua, representó una manera de hacer y valorar el vino y sus derivados aguardientes y vinagres, que hoy cuesta entender desde las tendencias y modas vinícolas vigentes. La recuperación del saber y valor patrimonial del vino de Codpa o Pintatani, recién comienza, compartiendo vino, comida y saber ancestral en el Valle de Codpa…